Islas Feroe, un paraíso olvidado en mitad del Atlántico
posteado en Senderismo y Trekking por Aitor Etxebarria
El paraíso terrenal suele adoptar en el imaginario occidental la forma de una isla cubierta de cocoteros que que emerge de un mar turquesa y que se parapeta tras un anillo de arena blanca. Pero hay quien siente más atracción por otro tipo de paisajes; islas rodeadas de mares oscuros, arrasadas por los vientos y cubiertas por el brezo y la taiga, que son lo único capaz de agarrarse al terreno frente a todo. Es el inexplicable atractivo de los parajes subárticos, que pese a hacer tan difícil la vida, resultan a su manera fascinantes.
Las islas Feroe son así: un país olvidado en mitad del Atlántico norte donde no crecen los árboles, las cascadas vierten al mar por todas partes, los pueblos parecen sacados de una saga vikinga y los paisajes son tan irreales que, a veces, cuesta incluso comprender qué se está viendo. Y pese a ello, son aún el gran destino desconocido de Europa.
Las Feroe pertenecen administrativamente a Dinamarca, pero, igual que Groenlandia, cuentan con un status de nación constituyente; es decir, es un país independiente dentro de un reino. De hecho, el parlamento feroés es uno de los más antiguos del mundo; tiene más de mil años, así que es muy anterior al danés. El archipiélago consta de 18 islas que emergen abruptamente del mar, a medio camino entre Noruega e Islandia. Precisamente Islandia es, de entre todos los países nórdicos, el que más se le parece culturalmente. El feroés y el islandés son mutuamente inteligibles; un feroés y un islandés pueden entenderse hablando en sus propios idiomas, que son ambos vestigios del nórdico antiguo, mientras que un danés no entenderá nada de lo que dicen, porque su idioma se ha separado mucho de aquel ancestro común.
Los feroeses han estado viviendo durante al menos mil quinientos años de solo dos recursos: la pesca y el ganado ovino. La pesca (de bacalao y arenque) ha sido el más importante y, de hecho, los feroeses rechazaron ingresar en la Unión Europea para poder mantener el control de este sector. Sin embargo, han sido las ovejas las que han dado nombre al archipiélago; Føroyar, el nombre original de las islas, significa literalmente “Islas de las ovejas”. Y es que hay muchas más ovejas que personas allí.
El caso es que a finales de los 90 el sector pesquero entró en crisis, las islas empezaron a perder habitantes y los que se quedaron tuvieron que pensar en alternativas que les permitieran permanecer en su tierra. Entonces alguien levantó la vista y se percató de que allí tenían un país extraordinariamente hermoso, un lugar que no se parece a ningún otro. Más aún, tenían un país virgen, un sitio auténtico que la globalización había dejado de lado. Y sin embargo, en la era de Instagram, las Feroe son algo así como una mina de oro.
Al final, fue la piscicultura moderna lo que salvó la economía feroesa, pero ya se sabe que el descubrimiento del turismo nunca tiene marcha atrás. Poco a poco, los feroeses han ido construyendo un sector turístico muy bien medido; un sector que cobra peso cada año, pero que mantiene la esencia de las islas intacta. Por ejemplo, los feroeses no han dudado en “cerrar” las islas al turismo para hacer tareas de mantenimiento. Allí aún es posible encontrarse algunos de los lugares más turísticos del país prácticamente vacíos en mitad de la temporada alta. ¡Y qué lugares! Estos son solo una pequeña selección entre los muchos con que cuentan las islas.
Sørvágsvatn
Una de las imágenes más recurrentes de las islas Feroe y uno de los lugares más concurridos por los turistas. Y, sin embargo, puedes encontrar más gente visitando el museo etnográfico de tu pueblo que en Sørvágsvatn.
Este es uno de esos lugares que comentábamos al principio, en los que es difícil comprender qué se está viendo. El lago de Sørvágsvatn se asoma tanto al acantilado costero, que el efecto es el de estar viendo un fotomontaje en vivo y en directo, como un paisaje puesto encima de otro.
Saksun
En Saksun podemos imaginarnos cómo debía de ser la vida en las Feroe hace ocho o nueve siglos. Aquí aún queda un puñado de casas tradicionales de piedra con techado de hierba asomadas sobre una bahía de cuento. Aunque la construcción típica feroesa parece ser la casa de madera con techado de hierba, cabe pensar que, en origen, las construcciones feroesas eran de piedra, ya que en las islas Feroe NO hay árboles. De hecho, solo existe un bosque en todo el archipiélago. Está en la poco visitada isla de Kunoy y fue plantado en los años 80 como una atracción turística para los propios feroeses, pues muchos de los más mayores no habían visto un bosque en su vida.
Volviendo a Skasun, de aquí parte un trekking hasta la aldea de Tjørnuvík, que es otra de las paradas obligatorias para cualquier visitante.
Viðareiði
Este pequeño pueblo situado en la isla de Viðoy es el más septentrional de archipiélago. Cuenta con una bonita iglesia al borde del acantilado, de frente al pequeño municipio de Múni, al otro lado del fiordo, en la isla de Borðoy. Desde Viðareiði parte un sendero hasta el cabo Enniberg, que algunos consideran como uno de los mejores trekkings del país. Pero sin llegar hasta el cabo ya se puede disfrutar de unas vistas increíbles del pueblo con el promontorio de Malinsfjall detrás.
Gásaldur
Gásadalur es un municipio minúsculo enclavado en un valle cerrado de la costa oeste de la isla de Vágar. Para llegar hasta allí en coche hay que atravesar un túnel bajo la montaña que fue construido en fecha tan reciente como 2004. Hasta entonces, la única vía terrestre que llegaba hasta Gassadalur era un sendero de montaña que hoy es un sendero de trekking balizado. El verdadero encanto de este valle es su impresionante cascada, que va a verter directamente al mar y que es objeto de una de las fotos más famosas de las Feroe. Si decidimos hacer el trekking hasta Gásadalur desde cerca de la boca del túnel, nada más comenzar pasaremos junto a una joya oculta de las Feroe, la cascada de Skarðsáfossur, que también vierte al mar y que, a pesar de que es fácil llegar hasta ella, poca gente visita.
Faro de Kallur
La de Kallur es una de las pocas islas entre las del conjunto norte que no está conectada a las demás por túneles o puentes (las dos islas mayores del sur tampoco lo están, aunque la de Sandoy lo estará próximamente). En el extremo norte de Kallur hay un faro encaramado sobre un promontorio no apto para quienes sufran de miedo a las alturas. Junto al faro se alza una montaña a la que parece que parece que le falte una mitad, pues desde la cima la pared cae a plomo hasta el mar. El conjunto es impresionante, si bien es necesario tener suerte con la meteorología para verlo completo.