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Pedaleando sueños: aventura y superacion en la via verde del Zafan

posteado en Aventureros Columbus, Ciclismo por

¿Quién no disfruta de un paseo tranquilo y sin tráfico por paisajes naturales? Esa misma sensación de libertad y conexión con la naturaleza nos llevó a emprender nuestra última aventura: recorrer parte de la Vía Verde Val de Zafán. Este antiguo trazado ferroviario, ahora convertido en un paraíso para ciclistas y caminantes, conecta el Parc Natural dels Ports con el Parc Natural del Delta de l’Ebre y el interior de Aragón. Entre túneles, viaductos y estaciones reconstruidas, descubrimos paisajes y vivencias que queremos compartir con vosotros.

El día empezó temprano, o mejor dicho, aún de noche. A las 3 a.m., partimos con la intención de llegar a Tortosa lo antes posible. Sin embargo, la naturaleza tenía otros planes: a solo un kilómetro de la estación de tren de Sants en Barcelona, una tormenta nos atrapó. Llegamos empapados, pero el espíritu aventurero nos mantuvo optimistas. 

El tren resulta ser un gran desafío: una entrada estrecha y escaleras incómodas para las bicis nos obligan a desmontar y correr para acomodarlas. Al final, conseguimos amarrar bien las alforjas y me saco los calcetines empapados; menos mal que Frank tiene unos a mano de repuesto. Descalza y medio congelada, me acomodo en el asiento y respiro hondo: al menos es cómodo y el tren está en silencio, así que trato de disfrutar el trayecto de dos horas y media hasta Tortosa.

Al llegar, la lluvia por fin ha cesado, y con el cielo despejado avanzamos hacia Xerta, parando para comer en Aldover. A medida que avanzamos, sentimos el cansancio; la humedad y la falta de sueño empiezan a pasar factura. Frank propone acampar en Bot, donde, para nuestra sorpresa, encontramos el camping abierto y con ducha caliente —algo que agradecemos más que nunca.

Pero el día aún tiene reservada una sorpresa extra: una de las varillas de la tienda salta justo al montarla. Al principio pienso que se ha roto, pero Frank me tranquiliza. “Solo se ha soltado; lo arreglaremos al volver”. Terminamos de montarla y por fin podemos descansar, agotados pero optimistas. Mañana será un nuevo día, y en el camino, siempre hay algo que aprender.

Salimos de buena mañana, llenos de energía y con la emoción de sumar nuevos kilómetros a nuestra ruta, rumbo a Valjunquera. Hoy el cielo amenaza con lluvia, pero, como siempre, el ánimo es más fuerte que cualquier pronóstico. Desde las 11:30, pedaleamos cuesta arriba hacia Creta, rodeados de paisajes que parecen susurrarnos historias antiguas de esta tierra. 

Al llegar a Creta, nos encontramos con unos chicos que gestionan el albergue de la vía. Con gran amabilidad, nos facilitan un mapa muy útil de la vía verde, repleto de información valiosa. Este pequeño gesto se convierte en una gran ayuda para nuestra travesía y refuerza la conexión especial que sentimos con cada lugar y su gente.

Atravesamos largos túneles sin iluminacion, siempre recomendamos llevar luces potentes, ademas de un frontal en el casco. Estas herramientas no solo iluminan nuestro camino, sino que también permiten que otros usuarios nos vean.

A medida que avanzamos, las nubes comienzan a soltar sus primeras gotas. Decidimos seguir adelante, confiando en que la lluvia nos dé tregua y con la ropa impermeable lista para cualquier chaparrón.

El clima se vuelve amable, y continuamos con una temperatura agradable. En una de las paradas, Frank nota que su espejo está a punto de caerse; está roto. Improvisa una solución rápida, atándolo como puede. Ya sabemos;  habra que comprar uno nuevo, porque aquí la aventura va en los pequeños detalles, en aprender a adaptarse.

Al llegar a Valjunquera, encontramos una antigua estación de tren abandonada. Aunque el cielo amenaza con una gran tormenta, el lugar tiene cierto encanto. Cocinamos algo mientras el sol se oculta, y, justo antes de que la tormenta desate toda su fuerza, decidimos montar la tienda dentro de la estación. Aunque el techo está en malas condiciones, encontramos un rincón seguro.

La tormenta ruge afuera, y nosotros nos metemos en nuestros sacos. Esta vez, hemos acertado: la tienda estará seca al amanecer. En noches así, donde cada elección nos acerca más a la naturaleza y a sus misterios, encontramos nuestro hogar en cualquier rincón. La aventura sigue, y cada día estamos más seguros de que hemos tomado la decisión correcta al elegir este camino.

Aunque esta pasada noche he permanecido seca y segura dentro de la tienda, el descanso profundo no me acompañó esta vez. Pero eso no importa; amanecemos perfectos, secos y listos para otro día de aventura. 

Al salir, vemos que aún caen unas gotas suaves, pero el cielo parece calmarse. Desayunamos y preparamos todo el equipo mientras las nubes se disipan, como si el clima se hubiera cansado de su propia intensidad. 

Llegamos hasta las puertas del imponente Túnel del Equinoccio, un paso de 2,4 km completamente a oscuras y sin iluminación. Sin embargo, no recomendamos cruzarlo debido a su mal estado. Este túnel presenta irregularidades en el terreno que lo hacen inseguro, incluso con buena iluminación. En nuestra experiencia, la combinación de oscuridad total y la falta de mantenimiento lo convierten en un riesgo innecesario.

Tras evitar el túnel, retomamos la Vía Verde en dirección a Alcañiz. Durante los siguientes 15 km, el estado de la vía es tan precario que la sensación de inseguridad es constante. Entre baches, desniveles y un firme deteriorado, cada pedalada se siente como un desafío para mantener el equilibrio. 

Finalmente llegamos a Alcañiz. Preguntamos a los amables vecinos por un lugar donde pasar la noche y nos recomendaron un sitio especial: La Estanca.

Aprovechamos para comentar con ellos el mal estado del tramo que habíamos recorrido por la Vía Verde. Con cierta resignación, nos confirman que los próximos 38 km hasta La Puebla de Híjar presenta las mismas condiciones.

Agotados, pero con la idea de un merecido descanso junto al lago, seguimos pedaleando hasta llegar a La Estanca. Allí nos recibió un paisaje sereno, perfecto para desconectar y recuperar energías. A veces, las dificultades del camino conducen a lugares que hacen que todo el esfuerzo valga la pena.

 

Escrito por Vaiven (@vaiven2)

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16 Ene, 25

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